Dirigida por
Mia
Hansen-Løve
¿De qué va?
Llegan
los años 90 y con estos, el auge la música electrónica. Paul, un joven
parisino, da sus primeros pasos como DJ. Su sueño es vivir por y para la música
durante toda su vida. En su camino, se topa con unos músicos coetáneos que
dicen llamarse Daft Punk…
Crítica
Dos
décadas (de principios de los años 90 al 2010), dos actos (paraíso-infierno o
borrachera-resaca) y cuatro manos, las de la interesante directora francesa Mia
Hansen-Løve y su hermano, artífices de un guión parcialmente inspirado en la
vida de este último, son las coordenadas básicas sobre la que se asienta Eden.
Estamos
ante un film generacional, pero no hace falta haber experimentado la vorágine
noventera para empatizar con sus protagonistas o sumergirse de lleno en sus
hipnóticos planos secuencia. Eden, básicamente, es un film sobre
el peterpanismo, o más concretamente, sobre la creencia juvenil de que siempre
habrá tiempo y espacio para convertirnos en las personas que estamos destinados
a ser.
Es
por eso que en su segundo acto, cuando sus protagonistas ya no están en la
primera juventud, cuando lo hipotético debe convertirse en algo seguro, directo
y tangible, el film nos da una bofetada en el rostro. Y es en esta última parte
cuando Hansen-Løve nos
demuestra que la aparentemente ligera, desenfrenada y algo excesiva primera parte
tenía un sentido muy concreto.
“All of our days are numbered, We can't afford to be idle”
decía Nick Cave en la inspiradora 20,000 days on earth. Tampoco podemos permitirnos rebelarnos
y resistirnos al cambio (madurar no es traicionarse). Eden muestra este amargo
despertar con sensibilidad, amargura y contundencia. Treintañeros del mundo
(entre los que me incluyo): wake up!
Anécdota festivalera
Ver
Eden
y crear una asociación pavloviana con la música de Daft Punk es todo
uno. Muchos fuimos (y seguimos siendo) incapaces de escuchar la música del duo
francés sin recordar el film.
*
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