29 December 2012

Lo mejor del año en el que se acabó el mundo




¿Qué criterio seguir para escoger tus películas favoritas del año? En mi caso, el mismo que seguía June Allyson en Música y lágrimas para saber con certeza que algo era bueno: un cosquilleo en la nuca.
Ordenados, no por preferencia, sino por fecha de estreno, los films más “cosquilleantes” del año, en mi modesta opinión, son:
 
 
 

Shame
Potentísimo retrato de un adicto al sexo a partir del momento en el que salta desde el borde del abismo a los infiernos. Cruda, descarnada, opresiva, estupendamente narrada y con un Michael Fassbender superlativo (cuya desgarrada interpretación es imposible olvidar), Shame es uno de los films más poderosos, dolorosos y contundentes del año.
 


 
La invención de Hugo (Hugo)
 
Mágico, nostálgico y emotivo homenaje al cine y a sus creadores. A Scorsese le perdonamos casi todo, incluso algunos defectillos e incongruencias argumentales, a cambio de la maravillosa cinefilia que destila su cuento y la contagiosa ilusión de los enormes ojos azules de su niño protagonista.
 

 

Tenemos que hablar de Kevin (We need to talk about Kevin)
Podría haberse titulado “Así se crea un psicópata”, pero habría resultado menos sutil. Y es que hay veces que la psicopatía es un círculo vicioso que se cultiva a lo largo de los años y este es uno de los mejores y más claros ejemplos. Dura, durerrima y emocionalmente extenuante,  a través de sus múltiples flashbacks, Tenemos que hablar de Kevin habla, básicamente, de la autoresponsabilidad, de la aceptación y del hecho de que todos somos víctimas de víctimas.
 

 

Take Shelter
La única pega que se le puede poner a esta inquietante película es su cuestionable final, pero mucho antes de que lleguen los títulos de crédito, un@ ya ha quedado atrapado en su sofocante atmosfera y en la magnética interpretación de su estupendo protagonista, como si fuera un insecto indefenso en una tela de araña. De su locura apocalíptica se pueden sacar muchas lecturas, todas escalofriantes y terroríficas.
 


 
Las nieves del Kilimanjaro (Les neiges du Kilimandjaro)
 
Hay quien critica que esta es una de las historias más flojas (y blandas) de Robert Guédiguian, pero si todas las pelis “menores” de un director consagrado tuvieran la misma honestidad, compromiso y solidez como esta, las listas de the best of, serían interminables. Sí, es una feeling good movie en tiempos de crisis, como lo fue Le Havre el año anterior, y consigue que sigamos teniendo fe en la humanidad. ¿Hay algo de malo en ello?
 

 

Un amour de jeunesse
De una forma muy sencilla, muy palpable, muy cercana, Mia Hansen-Love nos narra una intensa historia de amor imposible radiografiando cada rincón y cada detalle del corazón de su protagonista. Tierna y honesta, y sorprendentemente sabia para su juventud (no alcanzaba la treintena cuando la escribió), tiene la suficiente personalidad y estilo como para contarnos una historia vista 1000 veces y conseguir que resulte universal, fresca y distinta. Una delicia.
 

 

Moonrise Kingdom
Adultos con cuerpos de niños, niños con cuerpos de adultos, familias disfuncionales, conflictos sin resolver, planos simétricos, uniformes, inspirados secundarios, estética hipster y una banda sonora maravillosa. ¿Qué hay de nuevo bajo el sol wesandersoniano, entonces? Pues, probablemente, el mejor trabajo de su director y una de las películas más emotivas, inteligentes, tiernas y redondas del año.
 

 

The Dark Knight Rises
La película menos potente de mi lista (lo confieso), pero un final más que digno para la trilogía del hombre murciélago. Aunque dista de ser redonda, como su predecesora, lo último de Nolan te mantiene pegad@ a la butaca gracias a su historia sombría, absorbente, enrevesada y violenta; además de presentarte a un nuevo plantel de interesantes secundarios cuya evolución (y “traca final”) compensa algunas decepciones, defectos y “quehubierapasadosis”.
 


 
Frankenweenie
 
Si has adorado a un animal no humano alguna vez, probablemente, adoraras Frankenweenie y desearás que hubiera llegado mucho antes.  Aunque es imposible pedirle frescura y originalidad a una historia que ya conocemos y que hemos introyectado, una historia que ya es nuestra, y que el guión adolezca de falta de garra en su tramo final, Sparky es más simpático y entrañable de como lo recordábamos, hay toda una serie de geniales e inolvidables secundarios (la chica rara, su Bigotitos y el profesor de ciencias son impagables), un homenaje al cine de terror clásico con toques de humor negro y, sobre todo, hay alma. Frankenweenie está hecha con mimo y cariño… y se nota.
 


 
Looper
 
Cuando consigues acostumbrarte a la cara brucewellisada de Gordon-Levitt, descubres un film trepidante e inteligente, diseñado con cabeza y corazón, para bastante más que vender palomitas y, de paso, dejar sin respiración (y con muchos deberes posteriores) al agradecido espectador. Magníficamente interpretada, contiene una de las mejores y más intensas escenas del año (el encuentro en el dinner). Looper es un must que deja satisfechos casi todos los paladares.
 

 

Argo
Mezclando (y equilibrando) inteligentemente thriller político made in seventies, comedia ácida y drama, poco hay que reprocharle al tercer trabajo de Affleck tras la cámara. Genialmente ambientada, transcurre en un crescendo de suspense y agradecidas gotas de humor autocritico y mordaz (a cargo de unos geniales Alan Arkin y John Goodman) que más que quitarle fuerza a la parte dramática, la fortalecen. ¡Qué buena es, pardiez!
 

 

Ruby Sparks
Puede no ser del todo original, perder fuerza hacia la mitad del metraje y flaquear en sus secundarios, pero posee un estupendo guión que habla de la idealización del amor y de la delgada línea entre realidad y ficción con una portentosa madurez y dos protagonistas en estado de gracia. Ruby Sparks es una película lúcida, profunda, honesta y dolorosa, pero, al mismo tiempo, fresca, mágica y esperanzadora. Imprescindible.
 

 

En la casa (Dans la maison)
Otro film sobre la necesidad de crear y de escapar a través del arte y la primera concha de oro en mucho tiempo de la que sentirse orgullos@. Perturbadora y fascinante, la inteligente telaraña de Ozon tiene pequeñísimos huecos. Está tan bien hilada y estructurada y tiene un final tan magnifico (uno de los mejores del año), que no hay manera de expulsarla de la memoria.
 

 

Holy Motors
Como espectador, pocas experiencias cinematográficas se pueden igualar a la última película de Leos Carax. Y es que no hay un solo momento en todo el film en el que uno pueda evitar pensar “¿a dónde van a llevarme ahora?” ó “esto no lo conozco”. Bizarra, inclasificable, apabullante, megalómana, feista, incómoda, intensa, a ratos desagradable, pero siempre hipnótica y fascinante, con su juego de caretas sucesivas, no sólo homenajea al cine (y los contadores de historias), sino que nos cuestiona y enseña las nuestras.
 
 

Les Miserables
 
No estábamos preparados para ver este famoserrimo musical en pantalla grande. Lejos del dramatismo e intensidad del teatro y la ópera y salvo alguna excepción (Dancer in the dark), el cine siempre nos ha traído musicales buenrollistas con escasos momentos tristes. Por eso, ante semejante despliegue de desgarro y vehemencia, narrado en el lenguaje más directo al corazón que existe, y en primerísimos planos de los que es imposible escapar, un@ no puede menos que maravillarse y conmoverse con una entrega de espectador primerizo y arrancar a aplaudir cuando llegan los títulos de crédito (dudo que haya una sala en la que no surjan espontáneos). Hay tanto talento interpretativo en Les Miserables, que sumado al inmenso talento vocal que derrochan, sobre todo, Hathaway y Jackman, te deja sumid@ en puntuales e intermitentes episodios de síndrome de Stendhal.
 

 

Notables resultones: Chronicle, Los idus de Marzo, The Deep blue sea, Kiseki (Milagro) y La pequeña Venecia.
Decepciones: Prometheus, Brave, Cesare deve morire, To Rome with love, Submarine y Detachment.
Me he perdido intencionadamente: El Hobbit y la Blancanieves de Berger por todos los animales que murieron inútil e injustamente en el rodaje; y tampoco he querido acercarme a De óxido y hueso y La vida de Pi por maltrato y abuso animal.
P.S. La lista que publiqué ayer era una inocentada. Sorry a las personas que se fiaron de mí, a pesar de ciertas faltas y dolorosas “incongruencias”. He borrado la actualización, pero la mantengo en el primer post junto con los comentarios que, amablemente, dejasteis en ella.

P.S.2.Irónicamente, ahora que finalmente la he visto, me rindo ante Zhang Yimou y su Amor bajo el espino blanco.  Es tan maravillosa que tiene que estar en mi lista de lo mejor del año.

 
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25 December 2012

Top Ten de peliculas para ver en Navidad




Por algún motivo que sólo los psicólogos más cinéfilos serían capaces de desentrañar, hay películas que apetece ver más en navidad.
 
El setting navideño/invernal o el buen rollo que algunas desprenden es sólo una excusa. En muchas ocasiones se trata de clásicos perfectamente apetecibles en cualquier momento del año.
 
Estos son algunos de mis menús más recurrentes en estas “entrañables fechas”, esos a los que me he sorprendido volviendo, año tras año, como si la navidad, desde mi cinefilia, fuera el día de la marmota…
 
 

Me enamoré de una bruja (Bell, book & candle)
 
Una felina y seductora Kim Novak, cansada de su condición de bruja, enamora y se enamora de un pasivo (y divertido) James Stewart durante una navidad. A causa de su “capricho humano”, su gato Pyewacket la repudia y su hermano (Jack Lemmon)" le toca los bongos". Divertida, con un punto raruno y un reparto impresionante, Me enamoré de una bruja ha envejecido sorprendentemente bien.
 
 
 
 
Buscando un beso a medianoche (In search of a midnight kiss)
 
Una de las mejores comedias románticas indie de los últimos años. Desde que la descubrí, allá por la navidad del 2008, la veo, religiosamente, cada nochevieja.  Y es que Wilson y Vivian, a pesar de conocerse de la manera más cutre que existe (una página de contactos internetiles) el día más desesperado del año (el 31 de diciembre), y de ser una versión “defectuosa” de los Jesse y Celine de Antes de amanecer/Antes del atardecer, resultan tan honestos y  tiernos, tan dolorosamente reales, que te dan ganas de traspasar la pantalla y darles un abrazo.
 
 
 
¡Qué bello es vivir! (It’s a wonderful life)
 
En navidad puede faltar el turrón de chocolate, el roscón, los discutibles regalos, las cenas opíparas, las campanadas con la Igartiburu (juas), o las reposiciones de the best of en todas las cadenas, pero unas fiestas sin George Bailey corriendo sobre la nieve y gritando entusiasmado Merry Christmas! a todos sus vecinos, son como un ángel sin alas. Ni siquiera es necesario verla entera (o por partes). Para notar sus efectos, sólo basta con saber que es emitida.
 
 
 
Cuando Harry encontró a Sally (When Harry met Sally)
 
La culpa de que todas mis nocheviejas me resulten un muermazo, la tiene su última escena tras las doce campanadas, durante el apasionado discurso de Harry, mientras suena de fondo la imprescindible Auld Lang Syne. Divertida, inteligente, un pelín más sexista de lo que me gustaría (los hombres y las mujeres SI pueden ser amigos, Harry), pero siempre disfrutable y deliciosa.
 
 
 
In the mood for love + 2046
 
Hay una escena en 2046 en la que su protagonista asegura que todos necesitamos un poco de calor extra en navidad. Por algún motivo, esa frase se ha convertido, sin que me diera cuenta, en la mejor definición de estas entrañables fiestas. Obviamente, acercarse a la habitación 2046 sin estar deseando amar es un sinsentido. A veces no sé cuál de las dos me gusta más. Wong Kar-Wai ha hecho dos obras maestras hipnóticas, deslumbrantes y desesperadamente románticas que, por algún motivo, brillan aún más por navidad.
 
 
 
Harry Potter y el prisionero de Azkaban (HP and the prisoner of Azkaban)
 
Si Alfonso Cuarón hubiera dirigido las siguientes pelis de la saga, posiblemente,  el resto de las aventuras del mago más famoso del mundo no caerían por inercia, cada navidad, tras la tercera (mi libro potteril favorito). Mágica, adulta y personal, presenta algunos de los personajes más interesantes del universo rowlingiano, además de mostrar a un Harry mucho más complejo y ambivalente de lo que estábamos acostumbrados. El potterofilo confeso que no haya pensado o dicho ever “expecto patronum!” en un momento crítico de su vida, que tire la primera piedra… 
 
 

Eduardo Manostijeras (Edward Scissorhands)
 
Cualquier ocasión es buena para disfrutar de este maravilloso cuento, pero apetece más bailar bajo la nieve cuando todas las luces de colores se encienden, hace frío y no hay lugar en el que esconder esas “tijeras” en lugar de manos. O tal vez, simplemente, echamos de menos la magia que, cada 25 de diciembre, sentíamos de niños. Y es que, ¿hay alguna película más mágica que esta?
 
 
 
Willow
 
Si mis navidades infantiles pudieran resumirse en algunos títulos, Willow sería uno de ellos. Lo tenía todo para fascinarme: magia, aventuras, humor, la eterna lucha entre el bien y el mal, héroes inesperados, mujeres fuertes, un apuesto guerrero, amistades insólitas, amor y una banda sonora imposible de olvidar.
Afortunadamente, mis ojos de adulta no la han contaminado del todo. Y es que cuando hay películas que cualquier miembro de la familia puede reconocer, prácticamente, a través de un simple fotograma (incluso muchos años después), ladies & gentlement, that is christmas.
 
 
 
Frankenweenie
 
Aunque acaban de estrenarla y aún no ha tenido tiempo de convertirse en un clásico, intuyo que lo último de Burton será una de mis mejores películas prozac contra el christmas blues en los años venideros.
Hay pelis que te fascinan y te ganan ya solo por su argumento. ¿Quién no ha disfrutado comprobando lo que ya sospechabas de niño: que los juguetes tienen vida en cuanto abandonas la habitación?¿o descubriendo y potenciando tu vocación de mago en un colegio de magia?¿o siendo testigo privilegiado del momento en el que se enamoraron tus padres? Poder rescatar de la muerte a un amigo es un sueño hecho realidad para cualquiera que haya adorado y perdido a un ser de otra especie. Frankenweenie, finalmente, lo ha hecho celuloide.
 
¿Qué me decís de vosotr@s? ¿cuál es vuestro menú navideño imprescindible? ;)
 
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13 December 2012

La animalada de Pi




Durante este ya agonizante 2012 han surgido una serie de películas en las que no sólo se han utilizado animales (utilizar es un eufemismo de explotación cuando no se trata de dóciles canes) sino que también se han maltratado y asesinado, bien con premeditación y alevosía (3 toros en Blancanieves y decenas de peces recién pescados y/o agonizantes en Bestias del sur salvaje) o bien por supuesto accidente (caballos, cabras y aves en El Hobbit). En resumen: no ha sido un buen año para los forzados actores no humanos.
Recientemente ha llegado a nuestros cines la esperadísima La vida de Pi, que, entre otros temas, aborda el necesario y menospreciado respeto y empatía interespecies. Resulta, por lo tanto, lógico suponer que en un film en el que se recalca que los animales tienen alma, se haya cuidado con esmero el trato y el respeto hacia las otras especies.  Lo deseable y coherente con el argumento de la novela de Yann Martel habría sido que todos sus personajes no humanos hubieran sido creados digitalmente. Desgraciadamente, no ha sido así.
 




A pesar de que un rodaje con animales casi siempre supone accidentes de algún tipo (caídas, heridas, peleas, ataques y agresividad debida al estrés, etc), resulta mucho más barato utilizar seres de carne y hueso y obligarlos a realizar actos que, muchas veces, van en contra de su propia naturaleza salvaje, que tirar de carísimos y sofisticadísimos efectos especiales. El mejor y más claro ejemplo en la película de Ang Lee sería Richard Parker, el tigre. Sólo se ha utilizado un animal en 3D en las escenas “imposibles de filmar en la realidad”. Seguro que el bueno de “Richard” disfrutó de lo lindo sometiéndose, contra su voluntad y sin cobrar ni un céntimo, al prestigioso “método látigo”.
 
Y es que el film cuenta con un entrenador (David Faivre) y un coordinador de tigres (Paul ‘Sled’ Reynolds) que cualquier animalista pondría en su lista negra. Para colmo de males, la exitosa película está rodada en Taiwan, donde la regulación de los derechos de los animales en el cine debe estar aún más vendida que la American Humane Association (AHA), que supuestamente regula el bienestar de esos animales SÓLO durante el rodaje (¿qué pasa, entonces, en todos los rodajes con animales del mundo, cuando se apagan las luces?), aunque, como bien es sabido, la graduación de sus gafas depende, en cada caso, de la generosidad de la productora.
 
 
 
 


Otros aseguran que La vida de Pi podría haber estado regulada por The Animal Welfare Board of India, la cual habría aceptado de buen grado que se rodara con 3 elefantes, 9 perros, 2 cabras, 81 aves, 6 vacas, 15 conejos, una mula, 5 gallos, un león, un tigre y un mono (de ser cierto, seguramente, excelentemente tratados desde la perspectiva de un domador de circo). Pero, se mire por donde se mire, el sadismo está practicamente garantizado.
 
¿Puede una película con supuesto mensaje animalista explotar animales no humanos bajo la premisa de que el fin justifica los medios? ¿acaso es coherente maltratar y despreciar unas cuantas vidas con la excusa de instar al público a respetar y proteger otras? ¿Es ético utilizar animales (a menudo salvajes) en los rodajes y someterlos a todo tipo de estreses y maltratos cuando sus personajes podrían ser creados digitalmente? ¿cuánto tiempo más van a seguir sufriendo inútilmente otras especies en nombre del séptimo arte? Y, desde nuestra responsabilidad como espectadores, ¿cuánto más seguiremos acudiendo a las salas para abrir el corazón y cerrar los ojos ante brutales (e imperdonables) contradicciones como esta?
 
 
 
 
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29 November 2012

Baúl cinéfilo # 3: la máscara de Los ojos sin rostro


 
 
Hay muchos caminos para llegar a Los ojos sin rostro (Les yeux sans visage). Los más almodovarianos tal vez quiean, simplemente, descubrir cuánto de La piel que habito, a la que el director manchego cita como clara referencia, reside en la cinta francesa. Otros tomarán (o habrán tomado) el desvío de la reciente y fascinante Holy Motors, en la que Leos Carax homenajea el trabajo más emblemático de Georges Franju más allá de incluir a su protagonista portando una variación de la inquietante máscara.
En mi caso, por ejemplo, un tercer camino ha sido el ciclo que el último Zinemaldia le dedicó al cineasta francés. Sin embargo, se tome la ruta que se tome, al llegar al destino, el viajero no puede evitar plantearse la misma cuestión “¿cómo es que no llegado aquí antes?”.
 
Los ojos sin rostro apareció en el momento (1960, demasiado pronto) y en el lugar inapropiado. ¿Qué atrevimiento es ese de rodar una cinta de terror en Francia y en plena eclosión de la Nouvelle Vague? Si este inquietante y potente film hubiera sido dirigido por un director norteamericano (o por uno europeo de más “enjundia”) y no perteneciera al denostado género de terror, posiblemente, ahora figuraría en las listas como una de las mejores cintas (y no sólo de género) de todos los tiempos. Afortunadamente, el tiempo la ha rescatado demostrando que no sólo está destinada a buscadores de joyas insólitas o gourmets exigentes.

 
 
 
 
 
A Franju le basta con una simple (y hitchcockiana) escena introductoria (en la que no se pronuncia ni una sola palabra), para meternos de lleno en la trama. A partir de ahí, monstruos mucho más perturbadores, pausados, terroríficos y (también) poéticos que los que solían deambular por las tramas del mago del suspense.                                          
Los ojos sin rostro estremece, incomoda, fascina y provoca repulsión y lo hace con una elegancia y un buen gusto insólitos. Además, su intensidad y su potencia visual no han envejecido en absoluto. Incluso el espectador del siglo XXI, con nula inocencia cinematográfica y "curado de casi cualquier espanto", no podrá evitar asombrarse ante su osadía ni apartar la vista en algunas de sus escenas clave.
 
El mad doctor, su ambivalente cómplice, la escalofriante mansión en la que todo pasa, un espeluznante y desarmante final, pero, sobre todo, la frágil y etérea protagonista con su máscara de porcelana (también fue la inspiración para crear la de Michael Myers en La noche de Halloween), a medio camino entre una Frankenstein modernizada y el protagonista de El retrato de Dorian Gray, está destinada a grabarse en la retina de cualquier cinéfilo inquieto y de protagonizar alguna de sus pesadillas...

Clásico imprescindible.
 
 


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17 November 2012

La rescatadora de frases: Detachment (El profesor)




Puede parecer una contradicción rescatar frases de una película que no te ha gustado en absoluto. Sin embargo, hay buenas partes en Detachment que no justifican el todo, y este discurso, junto a sus dos protagonistas, son lo mejor de lo último de Tony Kaye.

A pesar de su honestidad y de ciertos momentos muy logrados, hay demasiada moralina, subrayado y recreación en el lado oscuro, de tal forma que este retrato de denuncia social queda forzado, chillón y desvirtuado, hasta el punto de resultar poco creíble. El dramón por el dramón ya no cuela, Mr Kaye. Una pena.

P.S: ¿Tan difícil era titular la película “Desvinculación” o “Desapego” en lugar de traicionar vilmente el título original?

 

 

(El profesor escribe en la pizarra el verbo asimilar) -¿Qué significa?

Una alumna: hacer algo propio.

El profesor: OK, absorber- escribe en la pizarra la palabra omnipresente- ¿alguien lo sabe?

La misma alumna: en todas partes, todo el tiempo.

El profesor: ¿Entonces cuál es el significado de asimilación omnipresente?

Otro alumno: Absorberlo todo, en todas partes, todo el tiempo.

El profesor: muy bien, George. ¿Cómo podéis imaginar algo, si las imágenes os son siempre dadas? ¿Cuántos de vosotros leísteis 1984 el año pasado?

(Varios alumnos levantan la mano)

El profesor (escribe doble pensamiento): ¿alguien lo sabe? (una alumna levanta la mano). Meredith.

Meredith: tener dos pensamientos opuestos al mismo tiempo y creer que ambos son ciertos.

El profesor: ¡genial!

Un alumno insulta en voz baja a Meredith y la llama lameculos, entre otras lindezas.

El profesor: creer deliberadamente en mentiras a pesar de que sabemos que son falsas. Ejemplos de esto en la vida cotidiana…  “necesito ser guapa para ser feliz”, “necesito operarme para ser guapa”, “tengo que ser delgada… famosa… ir a la moda”. A los chicos jóvenes, aún hoy en día, se les sigue diciendo que las mujeres son unas putas, zorras, cosas a las que se puede follar, golpear, maltratar, avergonzar. Este es el marketing del holocausto, 24 horas al día, durante el resto de nuestras vidas. Los que ostentan el poder trabajan duro atontándonos hasta la muerte. Por lo tanto, para defendernos y luchar por no asimilar este entontecimiento en nuestros jodidos procesadores mentales, tenemos que aprender a leer. Para estimular nuestra imaginación, para cultivar nuestra propia conciencia o nuestro propio sistema de valores. Todos necesitamos estas habilidades para defender y preservar nuestras mentes.
 


 

Para ver y escuchar este mismo discurso en V.O Ubiquitous Assimilation
 
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28 October 2012

Ruby Sparks: Little Miss Artist




Calvin Weir-Fields (Paul Dano) es un escritor precoz al que, con apenas 19 añitos, le colgaron el sambenito de “nuevo Salinger”. Una década más tarde, incapaz de escribir nada trascendente y escudado en su neurosis, se ha aislado del mundo, no tiene amigos, viste como un cincuentón y es el único veinteañero del mundo que sigue utilizando una máquina de escribir. Cuando su sequía creativa alcanza su cota máxima, Calvin comienza a soñar con una misteriosa chica a la que llama Ruby Sparks (Zoe Kazan), encontrando, de golpe la inspiración que le falta. Todo parece ir sobre ruedas hasta que un día, de repente, Ruby se traslada de su inconsciente a su cocina. ¿Será una alucinación o una mujer de carne y hueso?
 
 

 
Con esta premisa argumental, confieso que esperaba encontrarme con La rosa púrpura de El Cairo meets Pigmalion meets 500 days of Summer. Una romántica dramedy indie con manic pixie dream girl incluida, bien escrita e interpretada, llena de frases ingeniosas, ácidas e inteligentes, gags divertidos, y un final con cierto regusto amargo. Sin embargo, me topé con un film inclasificable, mucho más descarnado, doloroso e incisivo y bastante menos amable.
 
 
Se nos presenta como la última película de Jonathan Dayton y Valerie Faris, los directores de la maravillosa Little Miss Sunshine, sin embargo, tras su visionado y sin quitarle mérito a esta pareja artística y sentimental, no cabe duda de que la criatura pertenece casi por completo a Zoe Kazan (nieta de Elia Kazan y novia de Paul Dano en la vida real), todo un talento multidisciplinar que no sólo la protagoniza, sino que firma ella solita el guión y es una de sus productoras ejecutivas (¡y todo sin cumplir los 30!).
 
 
Y tal vez porque la guionista es una mujer que escribe sobre un hombre que escribe sobre una mujer, el film se centra bastante menos en el falocéntrico “chico conoce chica que le desquicia, enamora y cambia la vida” y bastante más en la idealización del amor, en la finísima línea que separa el mundo real de la imaginación y en la incapacidad de ver, aceptar y amar al otro por lo que es, en lugar de por lo que necesitamos/queremos que sea.
 
 
 
Exhibiendo una insólita y envidiable madurez, Kazan no sólo se burla del concepto de manic dream pixie dream y de algún que otro tópico romántico más a través de su estupendo personaje, sino que nos habla del machismo implícito en el mito de Pigmalión (una mujer del siglo XXI no desearía, por ejemplo, que su hombre ideal no tuviera vida propia y estuviera únicamente pendiente de ella), de la ridícula necesidad de crontrol (del otro, del nuestra propia vida), y del egoísmo, intransigencia y egocentrismo infantil de muchos artistas y creadores, tan ensimismados en su felicidad y crecimiento, que siempre establecen, incluso inconscientemente, vínculos asimétricos en los que exigen mucho más de lo que dan.
 
 
Comenzamos simpatizando con un neurótico Paul Dano (¡ya era hora de que tuviera un protagonista este chico!), como hicimos con Joseph Gordon-Levitt en 500 days of Summer, e incluso lo comparamos con un joven Allen, pero a medida que transcurre el metraje ya no nos cae tan bien. Y es que (especialmente si tenemos inquietudes creativas) vemos en él demasiados rasgos y actitudes que detestamos en nosotr@s mism@s.
 

 
Aunque esta Ruby no sea del todo original, pierda fuerza hacia la mitad del metraje y sus secundarios no nos convenzan del todo, bien por falta de minutos en pantalla (ese comprensivo psicólogo), por demasiado estereotipados (el testosteróneo hermano), o por prescindibles y cansinamente excéntricos (los padres de Dano parecen sacados directamente de Los padres de él), además de un estupendo guión y dos protagonistas en estado de gracia, hay en Ruby Sparks una escena atroz, desgarradora, cruelísima (de las más intensas e impactantes que he visto en mucho tiempo), que no sólo nunca habríamos previsto al comenzar la película, sino que nos deja emocionalmente K.O. y eleva en muchos enteros una película lúcida, profunda, honesta y dolorosa, pero, al mismo tiempo, fresca, mágica y esperanzadora. Imprescindible.
 
 
Las frases:
“Enamorarse es un acto de magia. Escribir también lo es”
“Todo escritor puede atestiguar, en su estado más afortunado y feliz, que las palabras no provienen de uno, sino que pasan a través de uno”.
 
 
 
Canción de su B.S.O que no me quito de la cabeza
 

 
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