29 November 2012

Baúl cinéfilo # 3: la máscara de Los ojos sin rostro


 
 
Hay muchos caminos para llegar a Los ojos sin rostro (Les yeux sans visage). Los más almodovarianos tal vez quiean, simplemente, descubrir cuánto de La piel que habito, a la que el director manchego cita como clara referencia, reside en la cinta francesa. Otros tomarán (o habrán tomado) el desvío de la reciente y fascinante Holy Motors, en la que Leos Carax homenajea el trabajo más emblemático de Georges Franju más allá de incluir a su protagonista portando una variación de la inquietante máscara.
En mi caso, por ejemplo, un tercer camino ha sido el ciclo que el último Zinemaldia le dedicó al cineasta francés. Sin embargo, se tome la ruta que se tome, al llegar al destino, el viajero no puede evitar plantearse la misma cuestión “¿cómo es que no llegado aquí antes?”.
 
Los ojos sin rostro apareció en el momento (1960, demasiado pronto) y en el lugar inapropiado. ¿Qué atrevimiento es ese de rodar una cinta de terror en Francia y en plena eclosión de la Nouvelle Vague? Si este inquietante y potente film hubiera sido dirigido por un director norteamericano (o por uno europeo de más “enjundia”) y no perteneciera al denostado género de terror, posiblemente, ahora figuraría en las listas como una de las mejores cintas (y no sólo de género) de todos los tiempos. Afortunadamente, el tiempo la ha rescatado demostrando que no sólo está destinada a buscadores de joyas insólitas o gourmets exigentes.

 
 
 
 
 
A Franju le basta con una simple (y hitchcockiana) escena introductoria (en la que no se pronuncia ni una sola palabra), para meternos de lleno en la trama. A partir de ahí, monstruos mucho más perturbadores, pausados, terroríficos y (también) poéticos que los que solían deambular por las tramas del mago del suspense.                                          
Los ojos sin rostro estremece, incomoda, fascina y provoca repulsión y lo hace con una elegancia y un buen gusto insólitos. Además, su intensidad y su potencia visual no han envejecido en absoluto. Incluso el espectador del siglo XXI, con nula inocencia cinematográfica y "curado de casi cualquier espanto", no podrá evitar asombrarse ante su osadía ni apartar la vista en algunas de sus escenas clave.
 
El mad doctor, su ambivalente cómplice, la escalofriante mansión en la que todo pasa, un espeluznante y desarmante final, pero, sobre todo, la frágil y etérea protagonista con su máscara de porcelana (también fue la inspiración para crear la de Michael Myers en La noche de Halloween), a medio camino entre una Frankenstein modernizada y el protagonista de El retrato de Dorian Gray, está destinada a grabarse en la retina de cualquier cinéfilo inquieto y de protagonizar alguna de sus pesadillas...

Clásico imprescindible.
 
 


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17 November 2012

La rescatadora de frases: Detachment (El profesor)




Puede parecer una contradicción rescatar frases de una película que no te ha gustado en absoluto. Sin embargo, hay buenas partes en Detachment que no justifican el todo, y este discurso, junto a sus dos protagonistas, son lo mejor de lo último de Tony Kaye.

A pesar de su honestidad y de ciertos momentos muy logrados, hay demasiada moralina, subrayado y recreación en el lado oscuro, de tal forma que este retrato de denuncia social queda forzado, chillón y desvirtuado, hasta el punto de resultar poco creíble. El dramón por el dramón ya no cuela, Mr Kaye. Una pena.

P.S: ¿Tan difícil era titular la película “Desvinculación” o “Desapego” en lugar de traicionar vilmente el título original?

 

 

(El profesor escribe en la pizarra el verbo asimilar) -¿Qué significa?

Una alumna: hacer algo propio.

El profesor: OK, absorber- escribe en la pizarra la palabra omnipresente- ¿alguien lo sabe?

La misma alumna: en todas partes, todo el tiempo.

El profesor: ¿Entonces cuál es el significado de asimilación omnipresente?

Otro alumno: Absorberlo todo, en todas partes, todo el tiempo.

El profesor: muy bien, George. ¿Cómo podéis imaginar algo, si las imágenes os son siempre dadas? ¿Cuántos de vosotros leísteis 1984 el año pasado?

(Varios alumnos levantan la mano)

El profesor (escribe doble pensamiento): ¿alguien lo sabe? (una alumna levanta la mano). Meredith.

Meredith: tener dos pensamientos opuestos al mismo tiempo y creer que ambos son ciertos.

El profesor: ¡genial!

Un alumno insulta en voz baja a Meredith y la llama lameculos, entre otras lindezas.

El profesor: creer deliberadamente en mentiras a pesar de que sabemos que son falsas. Ejemplos de esto en la vida cotidiana…  “necesito ser guapa para ser feliz”, “necesito operarme para ser guapa”, “tengo que ser delgada… famosa… ir a la moda”. A los chicos jóvenes, aún hoy en día, se les sigue diciendo que las mujeres son unas putas, zorras, cosas a las que se puede follar, golpear, maltratar, avergonzar. Este es el marketing del holocausto, 24 horas al día, durante el resto de nuestras vidas. Los que ostentan el poder trabajan duro atontándonos hasta la muerte. Por lo tanto, para defendernos y luchar por no asimilar este entontecimiento en nuestros jodidos procesadores mentales, tenemos que aprender a leer. Para estimular nuestra imaginación, para cultivar nuestra propia conciencia o nuestro propio sistema de valores. Todos necesitamos estas habilidades para defender y preservar nuestras mentes.
 


 

Para ver y escuchar este mismo discurso en V.O Ubiquitous Assimilation
 
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