23 January 2009

She's electric: Kate Winslet



*¿Quién es?

Británica. 33 años. Miss Versatility con permiso de Mrs Streep. Conocida por el gran público gracias a sus heroínas clásicas. Multinominada y multipremiada. Posiblemente, la actriz más talentosa de su generación e, indudablemente, la (golden) girl del momento.

* Silver moment:

Aunque es difícil (e injusto) escoger un único momento de su brillante filmografía, su personaje más mágico, no será ni la criatura celestial que la descubrió, ni la sensible (y poco sensata) Marian Dashwood que la encumbró, ni la titánica Rose que le dio la fama, sino la Clementine de Eternal Sunshine os the spotless mind (¡Olvídate de mi!). Especialmente, en la escena en la que desarma a Jim Carrey: “Muchos hombres creen que soy un concepto, o que quizá les complemento, o que voy a darles vida. Sólo soy una mujer jodida que busca su paz de espíritu. No me asignes la tuya”.

* ¿Por qué es electric?

Talento. Inteligencia. Un olfato innegable para escoger sus trabajos. Encanto. Tenacidad (si Revolutionary Road ha visto la luz ha sido por su perseverancia). Carisma. Sensibilidad y una belleza renacentista sacada directamente de un cuadro de Boticelli.

* Electricómetro:

8’5/10. El 2009 y todos los cinéfagos del mundo se mueren de ganas de verla. Posiblemente sus trabajos en la anteriormente mencionada cinta de Mendes y en The Reader, del genial Stephen Daldry, le hagan subir aún mas wattios...

* La cita:

“La cirugía estética y los implantes de pecho están bien para la gente que los quiere, si eso les hace sentir mejor con ellos mismos. Pero convierte a estas personas, a los actores especialmente, en figuras de fantasía para un mundo de fantasía. Actuar consiste en ser real, en ser honesto”.

* Electropredicción:

No necesitamos desearte suerte en la próxima ceremonia de los oscars, Kate. Hace mucho que has ganado...

11 January 2009

Un día en bandas sonoras



La radio despertador, esa ingrata cómplice diaria, te arranca de la cama bruscamente con los alegres acordes de La valse d'Amélie de Yann Tiersen. Pero dos segundos son suficientes para hacerte recordar que ni te apellidas Poulain ni estás en el luminoso y bohemio Paris de la imaginería de Jean Pierre Jeunet. Llueve y el único fabuleux destin con sabor francés que te aguardará hoy, será, como máximo, el croissant chamuscado del almuerzo.

Anoche viste Psicosis, por lo tanto, decides apartar de tu mente cierta famosa escena higiénico-homicida mientras te duchas. No sería demasiado práctico (ni ecológico) tener que sustituir este ritual diario por el baño, tal como le ocurrió a Janet Leigh, su desdichada protagonista. Sin embargo, cada vez que cierras los ojos, la estridencia de los violines de la partitura de Bernard Herrmann resuena machaconamente en tu mente. ¿Quién iba a pensar que unos instrumentos tan delicados pudieran sonar tan escalofriantemente mal?.

Mientras desayunas, un locutor nostálgico, en algún punto del dial, hace sonar Moon River y Audrey Hepburn viaja súbitamente a tu mesa, entre la taza del Cola cao y los cereales. Guitarra en mano, luciendo una toalla en la cabeza como si se tratara del tocado más sofisticado de Givenchy, le canta a la vida, a un supuesto desconocido, o tal vez simplemente a George Peppard. ¿Qué hubiera sido de Desayuno con diamantes sin el mítico tema de Henry Mancini? te preguntas mientras rebañas concienzudamente la taza con la cuchara. Posiblemente habría resultado un film totalmente distinto. La Hepburn lo sabía. Por eso, cuando le propusieron eliminar quirúrgicamente el tema del film, su respuesta fue un categórico: over my dead body!.

Ganas el pulso al tren por sólo un minuto, mientras el andén y sus trabajadores te observan burlonamente una mañana más. ¿A qué suenan los trenes? se cuestionaría la Isabel Coixet más publicitaria. Tú lo tienes claro: al concierto nº 2 para piano de Rachmaninov, como en la arrebatadoramente romántica Breve Encuentro de David Lean. Aunque, en RENFE no parecen coincidir exactamente contigo, su cinéfila elección del día es impecable. Son los Lean de Maurice Jarre los que ocupan el hilo musical: al archiconocido Tema de Lara de Doctor Zhivago, le sucede la no menos popular melodía arabesca central de Lawrence de Arabia.





Otro día más en la oficina. ¿Cómo encarar de forma optimista y sana la deprimente primera hora del día?. Decides tirar de la imaginación. La entrada que te conducirá a ocho horas de martirio laboral se convierte, por arte de magia, en la puerta doble de una cantina. Bolas de heno se agitan a tu alrededor y el polvo inunda el aire envuelto en un silencio sepulcral. No sabes si eres El bueno, el feo o el malo, pero silbas internamente la melodía de este popular western. ¿O es la de La muerte tenía un precio?. Da lo mismo. Tú silbas a Morricone y te enfrentas, estoicamente, al malvado de turno, mientras rezas con la esperanza de que hoy no lleve munición "extra".


Después de un duro día de trabajo, "ti meresci un premio". Paseando de sección en sección, descubres que, de entre la extensa colección de objetos freak de una famosa cadena de productos ocio culturales, destaca, poderosamente, la saga galáctica más famosa del cine. Con una sonrisa irónica no puedes evitar pensar que, de todas las virtudes que tiene Star Wars, que son muchas, sin duda la más perfecta y deslumbrante sea su partitura. Elegida por el American Film Institute como la mejor banda sonora de la historia, repleta de maravillosos e inolvidables leit motivs, se ha ganado, por si sola, la canonización de su autor, John Williams. Posiblemente también haya que atribuirle a este genial compositor parte del "bichito de la cinefilia" de todos los que vivimos nuestra infancia en los 80. Tiburón, E.T, el extraterrestre, Superman, Indiana Jones, Parque Jurásico, Harry Potter... ¿Quién mejor que Mr Williams para musicar la fantasía, la magia o la aventura? ¿Quién no ha tarareado alguna vez una melodía suya?.

De vuelta en el tren, y ya sin hilo musical, descubres a una mujer de mediana edad leyendo un ejemplar de la novela más famosa de Isak Dinesen. "Yo tenía una granja en África" pronuncias con acento danés. De repente, los fotogramas de la multioscarizada película de Sydney Pollack se suceden, uno tras otro, en tu mente, y por un momento sientes que sobrevuelas Kenia junto con Robert Redford y Meryl Streep.
Hay algo extrañamente familiar en el verdor de ese fascinante continente, pero hasta que llegue el momento de "volver a casa" y asociar sus bellos paisajes al shekere y los tambores, África para ti sigue sonando a John Barry en Memorias de África.

Tras una cena ligera, decides revisitar Manhattan, de Woody Allen, y admiras, una vez más, la inspiración del genio neoyorkino al elegir Rhapsody in blue de George Gershwin como tema central de su película. A excepción del hiperversionado New York, New York de Frank Sinatra, la big apple no podría tener una banda sonora mejor. Y es que Nueva York, junto con Roma o Paris, es una de esas ciudades que hemos visitado tantas veces a través de tantas miradas distintas (desde Scorsese hasta el mismo Allen, pasando por la glamourosa columnista Sarah Jessica Parker de Sex in the city), que no podemos evitar sentirla nuestra. Todos somos neoyorkinos de adopción, ¿qué importa si nunca hemos puesto un pie en alguna de sus atestadas calles?.

Un último pensamiento antes de dormir: ¿qué banda sonora le pondrías a tu día, a tu semana, o tal vez a los últimos años de tu vida?. El baremo para decidir la calidad de una banda sonora es muy simple. Si sales del cine tarareándola, es buena. Si no puedes recordarla, es totalmente prescindible. Y es una de estas composiciones "memorables" la que acude a tu mente. Melancólica y picaresca, dulce y amarga, escabrosa y suave, la partitura que Nicola Piovani compuso para La vita è bella te recuerda que la vida es agridulce a veces, buena otras tantas y una tortura nazi todas las demás. Pero tu cierras los ojos y te entregas a Morfeo, con la esperanza de que mañana alguien te reciba con un desarmante "Buon giorno, principessa!".



¿Cuál sería vuestra B.S.O?

07 January 2009

Of women and red dresses




Al séptimo arte le gusta el rojo. Y es que el color mas vivo, antidepresivo y enérgico del espectro, es un genial indicador de un determinado estado cromático interior especialmente cinematográfico. El rojo es a la trama de una película, lo que el fluorescente a los apuntes estudiantiles. Subraya, acentúa, resalta, clarifica.
Si una actriz se viste de este llamativo color, claramente su personaje esta expresando intensidad, fuerza, pasión, emprendimiento y/o acción. Mientras nosotros, los títeres-espectadores, nos ajustamos las gafas y nos agarramos fuertemente el asiento, ante la perspectiva de que algo emocionante is coming.
Los ejemplos de vestidos y trajes rojos que han desfilado por la big screen sobrepasan los caracteres del blog, pero los siguientes ejemplos, bien por su impacto visual o a fuerza de verlos un millón de veces, han quedado impresos para siempre en mis retinas...

Blondes

Michelle Pfeiffer canta sensualmente sobre un piano enfundada en un long vestido rouge en una inolvidable escena de la no menos inolvidable Los fabulosos Baker boys. Y nadie, hombre, mujer o hermafrodita, pudo evitar enamorarse de ella.

Años después, la belle Michelle, volvería a fascinarnos con su fuerza e independencia desafiando a un Nueva York burgués y represivo en la estupenda La edad de la inocencia. Su Madame Olenska viste rojo, es independiente, y cruza salones para hablar con los hombres sin esperar sumisamente que acudan a ella.

Y es que a nadie le sienta el rojo tan bien como a las rubias. Kim Basinger lo sabía, por eso lo lució durante toda su Cita a ciegas con Bruce Willis, enamorándole y desquiciándole a partes iguales en está más que aceptable comedia.

Muchos años antes, Bette Davis reta a la sociedad de Nueva Orleans vistiendo de hiriente rojo (cuando todas las damas lo hacen de blanco) en la impactante escena del baile de Jezabel. Nunca la Davis fue tan Davis. Personaje y actriz se fusionan tanto, que uno tiene dudas sobre donde acaba una y dónde empieza la otra.






Redheads

Pero si este color favorece a las rubias, tampoco desmerece a las pelirrojas. Cualquier hombre vería saltar las cuencas de sus ojos a lo cartoon, si se cruzara con la despampanantemente naive Jessica Rabbit encorsetada en su sempiterno vestido rojo. Y es que ella no tiene la culpa de ser tan sexy, simplemente, la dibujaron asi.

Mal que nos pese, si los 90's tuvieran una cenicienta y un vestido, estos serían, sin lugar a dudas, Julia Roberts y su espectacular vestido rojo de Pretty Woman. Con la moderna diferencia de que su baile es la opera, su madrina/principe Richard Gere, y sus ratones un grupo de solícitos dependientes que le hacen intensamente la pelota.

Más roja, sensual y vibrante que el molino que le dio fama, Satine, the sparkling diamond, embruja como al absenta luciendo uno de los mas maravillosos vestidos que se han confeccionado jamás. En la deliciosamente bohemia Moulin Rouge, Nicole seduce, canta, baila, sufre, enamora y se enamora. Posiblemente, esta pelirroja australiana nunca haya estado tan hermosa.

Brunettes

En su aspecto más negativo, el rojo simboliza el odio, la energía mal encauzada, la crueldad y el derramamiento de sangre. Estas características quedan magnificamente retratadas en la escena más machista y agresiva de Lo que el viento se llevó, la de "la doma" de Scarlett. Para ello la visten con una bata roja-rojísima-escarlata, tanto o más que su carácter, la tierra a la que tan fuertemente se aferra o la ira (y el deseo) contenido del celoso Rhett Butler.

Y rojo sangre, como no podía ser de otra manera, es el vestido y el alma de una mujer que impulsa a cruzar océanos de tiempo a su eterno amante, el conde Drácula. Winona Ryder aparece más enamorada que nunca en esta cinta de Coppola, aunque las malas lenguas aseguran que, en realidad, se llevaba a matar con el vampírico Gary Oldman.

El aspecto mas kitsch de esta tonalidad ha sido ampliamente explotado por Almodovar y sus numerosas chicas. Carmen Maura lo sufre cuando intenta no caer al borde de un ataque de nervios, en la que, en mi opinión, sigue siendo la mejor película del director manchego.







Pero si hay un rouge-romantique que impacta y subyuga, haciéndonos olvidar a la mujer, es el del abrigo que luce Miranda Richarson en Paris, je t'aime. La frase final del corto dirigido por Isabel Coixet, tiene tanta o más fuerza que el color del amour por excelencia:

"Aún hoy, después de muchos años, se le encoge el corazón cada vez que ve a una mujer con un chaquetón rojo".


¿Cuál es vuestro traje rojo memorable?

05 January 2009

La vida frustrada de las palabras



Las traducciones de los títulos cinematográficos más sangrantes se dividen en:

* Los indignantes, cutres y despreciables que no tienen sentido ni justificación posible y que merecen el harakiri o, en su defecto, que te arranque todos los pelos del body con una pinza de depilar un miembro de la mafia rusa:

- El poético Eternal sunshine of the spotless mind (Eterno amanecer de la mente inmaculada), se redujo al supermegaoriginaldelamuerte ¡Olvídate de mi!.
- After Hours fue (inspiradamente) transformada en ¡Jo, que noche! (ya puestos, sólo habría faltado añadir "¡Jo, que nochecita toledana, Pepe!").
- Dr. Strangelove or: How I learned to stop worrying and love the bomb, pasó a ser ¿Teléfono rojo?, volamos hacia moscú. Mary, Jesus and Joseph…
- La maravillosisisisima Some like it hot, se convirtió en el zafio, vulgaris y chavacano Con faldas y a lo loco (¡Cuánta censura, por Dios! Si Saint Wilder solo estaba hablando de jazz...¿no?).
- Die Hard o La jungla de Cristal, que es lo pispo, provoca otro big no entender. ¡Pobre calvorota y discriminado Mc Clain!. Con lo testosteróneo que es él y lo bien que luce su camiseta...
- Monkey bussiness, por algún capricho ridículo, se conoce en nuestro país como Me siento rejuvenecer. Y menos mal. Si la peli llega a estrenarse en nuestros días, podrían haberla titulado “Botox”, “Viagra” o ”¡Ponga un yogurín en su vida!

* Los que demuestran que el translator se ha licenciado con el método de las 1000 palabras (o que han sido traducidos por Gunilla o Michael Robinson):

- El Bugsbunnyano What’s up, Doc? Acaba siendo ¿Qué me pasa, doctor? cuando en la película de Bogdanovich no aparece un sólo medico y ni falta que le hace...
-Marry to the Mob se tradujo aquí como Casada con todos, sin saber que "Mob" es una forma de denominar a la mafia, que era lo que pasaba en el film. Ya de paso, podían haberlo dejado en “Pelandrusca” para orgullo de la Pfeiffer...
- La hitchcockiana Torn Curtain no significa Cortina rasgada, sino telón de acero. Imagina que dolor. ¿Cuántas uñas tu romper?

* Los spoilers (o destripators):

- Rosemary’s baby es un título sencillito, abierto, con múltiples posibilidades. Pero nor, tenían que llamarlo La semilla del diablo para fastidiarnos más de la mitad de la trama...
- Sleeping with the enemy o Durmiendo con su enemigo (que es casi lo mismo, pero ligeramente más suavizadito), casi se podría haber llamado ”Con un psicópata maníaco-compulsivo, ni te cases ni te embarques”.
- Aunque se trata de una traducción mejicana, no he podido resistirme. ¿Alguien sabe como se tituló en este país la inolvidable Thelma y Louise? Un final inesperado. Juaz, juaz, juaz y rejuaz...

* Los que intentan ser más comerciales que el original, pero acaban dando penita y un ataque insoportable de vergüencitis ajena:

- Carlito’s way es, tachán tachán: Atrapado por su pasado. Pos si, pos vale, pos bien. Una peli como esta, se merece algo mejor que el desgastadísimo “atrapado...”, “acorralado...”, “perdido...”etc, etc, etc. Supongo que al traductor le entró un ataque de cursilería por la word Carlitos, o tal vez temió que el público spanish lo confundiera con una de dibujoh animaoh...
- El horroroso Esta casa es una ruina, era bastante menos cutre en el original The money pit. O, sino, juzguen ustedes pisp@s...
- Airplane! sentó un precedente que debería haber sido como el arca de la alianza y no haberse abierto jamás. Me estoy refiriendo, a la horrenda y explotadísima coletilla de los “como puedas” que tantas sagas nos han martirizado (al final, eligió un mal día, pero aterrizó...)
- Admito tenerle un cariñín especial a Groundhog day. El sufrido Bill Murray, se emparenta con Carlitos y nos lía la manta al quedar también atrapado, pero esta vez en el tiempo. ¿Tan difícil habría sido llamarlo El dia de la marmota? ¿Ein?
- Y mi title supermegachachiguay favorito, es sin ninguna duda, Ice princess o Soñando, soñando... triunfé patinando. Nada puede superarlo.

Leyendo estas cosillas, una no puede evitar recordar a la hermana Maria, corriendo con sus agiles pinrelillos por los montes, mientras entona “Climb every mountain, bord every stream, follow every rainbow, till you find your dreeeeeeeeam”. Hablando de la hiperazucarada Sonrisas y lagrimas, ¿qué leches tiene que ver con el original The sound of music?


¿Recordais alguna traducción tan sui generis que os haya dejado infección ocular?

Fantasías cinéfilas imposibles


- Recorrer Roma con Gregory Peck como guía.

- Tomarme un batido de 5 dólares en un restaurante vintage mientras odio los silencios incómodos.

- Lucir los vestidos de Maggie Cheung en In the mood for love (o el verde de Keira Knightley en Expiación).

- Viajar en un Delorean hasta el momento en el que se conocieron mis padres.

- Bailar y cantar bajo la lluvia...

- Rasgarle la camisa a Marlon Brando en Un tranvía llamado deseo.

- Cantar Falling Slowly junto a Glen Hansard en una tienda de música berlinesa; Moon River a un escritor en crisis y Makin’ whoopee sobre un piano enfundada en un vestido rojo.

- Bailar bajo una nieve creada por un chico con tijeras en lugar de manos.

- Compartir un plato de spaguetti con albóndigas (de tofu, of course) con un vagabundo mientras suena Bella notte.

- Saltar a hipervelocidad dentro del Halcón Milenario.

- Comprobar que mis juguetes cobran vida...

- Que me regalen una caja de música por mi cumpleaños una noche de tormenta bajo el cielo de Manhattan...

- Hacerme un vestido con unas cortinas....verdes.

- Degustar un ratatouille en el bistrot del petit Remy.

- “Colarme en la fiesta” como Melanie Griffith en Armas de mujer

- Recibir una carta del colegio Hogwarts de magia y hechicería....

- Que Jim Sturgess me cante "I've just seen a face" con la misma cara de pillo irresistible con la que se la canta a Evan Rachel Wood en Across the universe.

- Pedirle a Sam que toque de nuevo mi canción...
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