01 October 2015

Zinemaldia 63, day 3: De túneles de cerezos en flor, filofóbicos en stop-motion y raíces



Umimachi diary

No se me ocurre mejor forma de empezar el día que con un film de Hirokazu Kore-eda. Y es que a los diez minutos de comenzar Umimachi diary/Nuestra hermana pequeña (sección perlas) ya te ha convertido en su cómplice metiéndote de lleno en la historia y logrando, con una facilidad pasmosa, que te encariñes de todos sus personajes. ¿Cuál será su secreto para que todo sea tan fluido, heartwarming, cercano y deliciosamente naif? Hay una palabra que define esta película (y su cine, en general) mejor que ninguna otra: sakura (flor de cerezo japonés). Umimachi diary (a la que ya han calificado como la Mujercitas nipona, aunque, por algún motivo y neurosis aparte, a mí la que me venía a la mente era Hannah y sus hermanas), no tiene vocación de obra maestra (ni falta que le hace). Es pequeñita y modesta, pero nadie negará que resulta imposible no caer embelesad@ bajo sus deslumbrantes túneles de cerezos en flor. Yo de mayor quiero vivir en una película de Kore-eda (y probar su licor de ciruela).




Anomalisa

A menudo hay que tomar dolorosas decisiones y sacrificar alguna película interesante por otra que, por algún motivo, te resulta más tentadora. En el caso de Anomalisa no hubo ningún Sophie’s choice a la hora de elegirla en lugar de la aparentemente mucho más convencional Sparrows que presentaba la sección oficial. Hay muchas cosas que vemos por primera vez en este film. Y no, no me estoy refiriendo a lo insólito que resulta ver desnudos o escenas de sexo en stop-motion. En ella nos muestran, con una crudeza y una desnudez devastadoras (además de un punto de humor), los efectos secundarios, tales como la soledad, la apatía y la desesperanza, que provoca uno de los males más extendidos (y silenciosos) de nuestra era: la filofobia. Anomalisa no va, como se suele leer en las sinopsis, sobre un hombre gris que es incapaz de conectar con los otros, va sobre un tipo incapaz de “autoalimentarse”, hiperexigente y super selectivo en sus relaciones sociales (todos los personajes tienen el mismo rostro y la misma voz masculina para el protagonista) porque ese es el único método de protegerse del inevitable dolor y evitar una conexión genuina con otro ser humano. Posiblemente, una de las obras de culto de estos deshumanizados y desconectados dosmiles. Dolorosamente lúcida.




Amama

Hay, desde mi punto de vista, tantas cosas buenas como no tan buenas en Amama (sección oficial a concurso). Posee una fuerza visual deslumbrante, buena factura, notables intérpretes y algún emotivo momento para recordar. Sin embargo, trata de dotar de una trascendencia y fuerza poéticas a una historia demasiado pequeñita y alargada en exceso que tenía vocación de cortometraje. Sus subrayados rural-poéticos, en lugar de sutiles, emotivos y frescos, nos resultan forzados, obvios y enfáticos, mientras que posee un ritmo y lenguaje, que por momentos, empalagan y cansan. Interesante y emotiva sí, pero también pretenciosa. La verdadera poesía no se grita al oído, es algo mucho más sutil. Es otra cosa.

Y así acaba un emotivo tercer día, lleno de films que atentan, desde diferentes frentes, contra el músculo más vulnerable y fuerte del cuerpo, al mismo tiempo. Cardíacos, absténganse.


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