“We only said goodbye
with words” le
cantaste, una y mil veces, al amor de tu vida. De la misma
forma, we only said goodbye with songs. No llegamos a conocerte y tras 2 horas
de intenso, doloroso y minucioso documental sobre tu vida, seguimos sin
comprender cómo una de las mejores y más personales voces de la historia no
encontró “oídos” apropiados en los que pedir ayuda.
Comenzaste
a gritar help! muy joven y no dejaste
de mandar (intensos, claros, potentísimos) mensajes desde entonces. ¿Cómo no
pudimos prever que acabarías formando parte del desafortunado club de los 27?¿Es
que a nadie se le congeló la sangre escuchando “They tried to make me go to rehab. I said: no, no, no"?
Asif
Kapadia, el director de tu documental, echa mano de un variadísimo y excesivo
material de archivo sobre tu corta vida para noquearnos en ocasiones,
abrumarnos en otras y (por qué no admitirlo) aburrirnos de vez en cuando. Me
gusta mucho más el tono de la primera parte, esa que podríamos titular, en un
alarde de originalidad, “cómo nace una estrella” que la segunda, la de la
desgarradora e inevitable caída en picado a los infiernos de drogas alcohol,
dependencia emocional y autodesprecio.
Sin
embargo, me gusta aún menos ese (¿ligero?) tufillo sensacionalista que
desprende tu emotivo y turbulento homenaje. En lugar de causalidades y
responsables (y es que todos somos víctimas de víctimas y resulta imposible
atraer “osos amorosos” cuando llevas toda tu vida en “mode kamikaze”), Kapadia
apunta, con un demonizante dedo acusador, hacia 3 culpables: tu padre, tu
exmarido y la despreciable prensa amarilla.
And no siree, el todo es más que la suma de sus partes. Y tú lo sabías.
¿Dónde
queda, además del autosaboteo y decadencia irreversible, la creatividad de
aquellos últimos años, los vínculos que no se deshicieron, las lecciones no
narcotizadas o la humanidad no marchita? En Amy, detrás de tu estudiado
Ronettes-trashy look de vestidos-corsé, stilettos, moño cardado, pestañas
postizas y generosísimo eyeliner, no hemos descubierto un nuevo rasgo o aspecto
de tu frágil personalidad que no conociéramos, pero cómo duele recordar tu
talento deslumbrante y tu carisma, tu ausencia acusadora y la irrevocabilidad
lacerante de las tragedias anunciadas…
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