24 August 2012

Mr Sunshine cumple 100 años




Hace 100 años exactos vino al mundo Gene Kelly, bailarín, coreógrafo, actor, cantante, director… todo un hombre del renacimiento que revolucionó el género musical. Cuando él llegó, según sus propias palabras “todo estaba inventado”, pero gracias a su infatigable impulso, el género buenrollista por excelencia alcanzó unas cotas de innovación y creatividad que no había conseguido hasta la fecha.

Bailó claqué con patines en It’s always fair weather (Siempre hace buen tiempo).




 

No tuvo prejuicios en pegarse unos imaginativos pasos con un cartoon: el Tom de Jerry en Levando anclas (Anchors Aweigh).
 

 
 

¡E, incluso, bailó consigo mismo! (Cover Girl/Las modelos)





Su más brillante (y más oscarizado) trabajo como bailarín y coreógrafo llegaría de la mano de la escena de baile más fastuosa, imaginativa, larga y costosa que se había rodado jamás en un musical (An american in Paris)




Aunque fue su dancing and singing in the rain, en esa obra maestra absoluta que es Cantando bajo la lluvia, la que le convirtió en leyenda y símbolo del optimismo y contagiosa alegría del musical hollywoodiense.



Como cinéfila, a Mr Kelly no solo le agradezco su genialidad en estas y muchas otras escenas con muchos kilates, sino el hecho de que su sola presencia ha resultado, a lo largo de los años, un efectivo (y saludable) prozac con el que automedicarme en mis peores dark times.

En el pasado Zinemaldi, durante la primera proyección de Las señoritas de Rocheford, un niño se impacientaba en su butaca mientras sus cada vez más desesperados padres trataban de calmarle en dos idiomas distintos. Cuando el famoso bailarín apareció en la gran pantalla, su padre le señaló y dijo “Look, it’s Gene Kelly!”. Para mi sorpresa y deleite, la cara del niño se iluminó instantáneamente, casi tanto como si le hubieran dicho “Look, it’s Sponge Bob!”. Posiblemente, dentro de 100 años, si el mundo sigue girando y la humanidad gira con él, Gene Kelly volverá a ser recordado y admirado. Y es que un mundo civilizado y menos insano sin él es imposible…

07 August 2012

Prometheus: la amenaza fantasma



Nunca se pierde del todo la fe en los viejos directores que han sido capaces de deslumbrarnos, por muchos síntomas de “descreatividad senil” que muestren. Y es que a pesar de mucho film regulero (o directamente fallido) a años luz de su época dorada, la carrera de Ridley Scott mostraba esperanzadores síntomas de regeneración tras películas tan apreciables como Red de mentiras o American Gangster.



Las expectativas hacia el famoso director británico se multiplicaron exponencialmente, además, desde que Prometheus se puso en marcha. Su atractivo argumento sci-fi (que anunciaba, además, ser una precuela de la mítica Alien), su reparto de campañillas y los muy prometedores trailers que durante meses circularon por la red, habían puesto los dientes largos hasta al cinéfilo más escéptico. Sin embargo, y con todo el dolor de mi corazón, he de admitir que Prometheus ha acabado siendo a la saga Alien lo que La amenaza fantasma a Star Wars: técnicamente impecable pero totalmente hueca, ridícula, indigna, fallida y prescindible.


Y es que si, hay que admitirle a lo último de Scott su poderío y fascinación visual a la hora de crear escenarios y universos (aunque teniendo en cuenta el presupuesto con el que cuentan producciones como esta, la perfección técnica está prácticamente garantizada), esta historia de serie B no hay por donde cogerla, ni aunque se olvide momentáneamente la saga en la que supuestamente se inspira y se sea más creyente que su incauta protagonista. Su guión incoherente, superficial, inverosímil, infantiloide y lleno de agujeros, da vergüenza ajena a cualquier fan de la ciencia ficción (y, por descontando, a cualquier fan de Alien). Teniendo en cuenta que estaba firmado al 50% por Damon Lindelof, uno de los creadores de Lost, todos esperábamos encontrar al escritor de las primeras temporadas perdidiles, pero, desgraciadamente, nos hemos encontrando con el de las últimas. Una pena.




No es necesario ver en la red imágenes promocionales de Prometheus con un Guy Pearce cuarenteño (que únicamente aparece cutremente envejecido en la película), para darnos cuenta de que han debido pasárselo pipa rescribiendo el guión sobre la marcha o mutilando en postproducción una buena parte del metraje que habría dado un poco (o un mucho) más de coherencia a la trama. De otra forma no se explica que el film sea una sucesión de guiños cinéfilos kubrikianos o alienianos sin gracia, copias descaradas o fuegos artificiales que impacten visual y emocionalmente para no hacer pensar demasiado al espectador; ni tampoco que los personajes sean tan planos y estén tan tristemente desaprovechados y poco definidos (o que directamente aparezcan de atrezzo) y que sus motivaciones nunca se expliquen (más que un grupo de serios y ultraprofesionales científicos embarcados en el proyecto del siglo, parecen un grupo de atolondrados adolescentes faroleros sacados de la cantera de Jackass).


 



Aunque ambos sean los mejores personajes y se reserven las escenas más memorables del film (una sometiéndose a una impactante y ridícula auto-cesárea y el otro a un auto-teñido rubio-Lawrence de Arabia), ni siquiera una solvente Noomi Rapace y un magnético (como siempre) Michael Fassbender salvan de la quema la que, probablemente, no sólo sea la gran decepción del verano, sino del año. Personalmente, me importa un pepino del espacio que se reserven una edición especial con metraje extra en Blue-ray o que dentro de tres años estrenen una deslumbrante second part a la altura de El imperio contraataca. Como diría Rhett Butler: Frankly, Mr Scott, I don’t give a damn.



P.S. ¿Es que nadie se ha dado cuenta de que Logan Marshall-Green (Holloway en Prometheus y letra B en la pic) y Tom Hardy (actualmente en cartel con El caballero oscuro: la leyenda renace) parecen mellizos?

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