Ese
anillo, ese magnético sello en el meñique que sirve para identificar (y subrayar)
a Jay Gatsby, le sienta mucho mejor a Leonardo DiCaprio que al, a priori, mucho
más parecido físicamente Robert Redford y, posiblemente (a falta de haber visto
la versión del 49), que a Alan Ladd. Lo irritante y decepcionante de Luhrmann,
es que Gatsby se lo quita demasiado pronto y demasiado bruscamente, en lugar de
ir desnudando al personaje (y todo lo que le rodea) con la sutileza y elegancia
que requería y merecía. Por lo tanto, la fascinación in crescendo que tan
seductor gentleman tenía que haber generado en el espectador, desaparece de un
plumazo prácticamente desde su primera escena.
Sobre
el resto del chillón y videoclipero “vestuario” del film, hay que admitir
cierta ambivalencia. Conociendo de antemano el particularísimo estilo de su
director, por una parte, este nuevo Gatsby resulta a ratos fascinante y mucho
menos aburrido y acartonado que su (infumable) versión anterior (hay escenas
clavadas a las que, en mi caso, había filmado
mentalmente mientras leía la novela), pero, por otro lado, duele y decepciona
comprobar que el color rosa, del que se viste Gatsby en una escena clave del
film, es el que el acapara todo el foco, obviando y difuminando los temas
principales de la historia.
Y
es que [Spoiler]El Gran Gatsby no es una trágica historia de amor, aunque su
capa exterior así lo parezca. Daisy es para Gatsby la representación total y
absoluta del mundo frívolo, hedonista, vacío, egoísta y opulento con el que soñaba desde niño. Conquistarla a ella (que encarna, oportunamente,
todas esas cualidades al cubo), supone la confirmación (y culminación) social y emocional de su
anhelado american dream [fin del spoiler].
Ni
tan fantástico como la describen sus devotos, ni tan pésimo como lo califican
sus detractores, este último gran Gatsby deja al espectador con una sensación
de agridulce insatisfacción que no proviene, únicamente, del desenlace de
su trama. La que es, posiblemente, la novela más elegante y dolorosamente melancólica
del siglo pasado (amen de rabiosamente actual), aún no ha encontrado un anillo
a su altura. ¿Será posible forjarlo algún día?
*
¡Hola! :D En el blog nos gustó bastante a los 3, aunque reconocemos que, lo mejor, es la última media hora. Una servidora cree que quizás Luhrmann le dedica demasiado tiempo y espacio a las fiestas en casa de Gatsby. Necesarias, sí, pero hasta cierto punto. El conjunto, sin embargo,nos pareció muy satisfactorio, y la banda sonora nos tiene entusiasmados :P
ReplyDelete¡Saludos DiCaprianos!
Hello, trío! :)
DeleteSupongo que es imposible que una adaptación de una de tus novelas favoritas resulte satisfactoria. Entre otras cosas, porque la versión ya la has filmado y editado dentro de tu cabeza.
Hay cosas que me gustan en esta adaptación y cosas que no perdono, como el hecho de que personaje de Gatsby descubra sus cartas demasiado pronto (todo el halo de misterio que rodea al personaje, es esfuma a la primera de cambio). Por lo demás, cada fotograma debería plasmar una melancolía insoportable para serle fiel a la historia (que no literal), pero Luhrmann parece más empeñado en el "party mode". Una pena, la verdad...
Saludos agridulces ***