De
entre mis más vergonzosas, imperdonables e inconfesables lagunas como cinéfila,
destacaría algunos de los primeros títulos pioneros de la historia del cine (El
nacimiento de una nación, El gabinete del doctor Caligari, El acorazado
Potemkin…), buena parte del neorrealismo italiano y la mayoría de los
westerns (posiblemente, el género que menos me entusiasma), pero también
existen otros títulos, bastante más conocidos y digeribles, que forman parte
del mc menú cinematográfico de varias
generaciones; películas que, para mi mayor vergüenza, han sido, en su mayoría,
repetidas hasta el hartazgo por l@s inspirad@s
programadores televisivos durante las últimas décadas.
Clásicos
imprescindibles, películas palomiteras y algún que otro clásico del terror
componen una lista que me atrevo a mostrar aún a riesgo de que algún/a
lector/a, me tatúe “mala cinéfila” a punta de cuchillo en la frente. Here we go:
Alive/
¡Viven! (Frank
Marshall, 1993)
Hay
un tema que constituye mi kriptonita cinematográfica y literaria, algo que inevitablemente,
horripila a casi todo el mundo (psicópatas a un lado) pero que, en mi caso, me provoca un terror
visceral paralizante e insoportable: el canibalismo. Y aunque la gente suele
calificarla como la más inocua, light y
blanca de las películas de come-humanos (forzosos), el hecho de que esté,
además, inspirada en hechos reales, ha sido suficiente para que, por lo que a
mí respecta, esos pobres jugadores de rugby jamás llegasen a los Andes…
Rocky (John G. Avildsen, 1976)
No
tengo una explicación consciente de por qué se me ha resistido este famosérrimo
film. Puede que mi escasa simpatía noventera por Sly unida a mi nula afición al
boxeo me hayan alejado de ella. Sin embargo, y a pesar de conocer su famoso
final (Phoebe Buffay fue mi spoileadora), recientemente, con la curiosidad
oscaril de Creed, ha pasado a engrosar mi lista de pendientes. Who knows, algo
me dice que puede que no permanezca en esta lista de la vergüenza mucho tiempo
más…
American
Psycho (Marry
Harron, 2000)
La
idea de ver a mi por entonces celebrity crush, Christian Bale, convertido en un
yuppie psicópata adicto a los tratamientos de belleza (por cierto, las
mascarillas se retiran de abajo hacia arriba, Chris), no me hacía especial
ilusión. Con los años, tristemente, le he acabado cogiendo una tirria
inmerecida, ya que Patrick Bateman fue en gran parte el culpable del cambio
radical o la progresiva ida de pinza del, por entonces, chico vegetariano y
encantador. Nada más acabar el rodaje de
esta película, Bale sintió, por primera vez en años, y de forma incontenible “la llamada de la
carne”, y acabó engullendo el equivalente a una vaca entera entre diversos
restaurantes en una sola noche. Desde entonces ya no ha vuelto a ser el mismo.
Y es que nada bueno puede venir de la carne roja…
The
Blair Witch Project/ El Proyecto de la bruja de Blair (Daniel Myrick, Eduardo Sánchez, 1999)
Tras
el western el género de terror es el que más he tendido a evitar a lo largo de
los años, aunque por motivos muy distintos. Mientras que much@s disfrutan de la
catarsis de sus fantasmas interiores, reconfortados por la firme seguridad de
estar san@s y salv@s al otro lado de la pantalla, en mi caso, la única seguridad que recibo es la certeza de
saber que solo podré dormir con la luz encendida durante una semana. En este
caso concreto, se me ha resistido incluso a pesar de su condición de pelotazo y
pionera impulsando el auge del metraje encontrado (en cuyo revival está
enfrascado el género hoy en día), y de que fuera la primera película que
utilizó machacona e inteligentemente internet como vehículo de promoción.
A
Clockwork Orange/ La naranja mecánica (Stanley Kubrick, 1971)
Probablemente
esta sea una de las confesiones más vergonzosas y humillantes de esta lista,
además de uno de sus mejores y más imitados títulos, pero me bastaron unos
breves minutos de una de sus escenas más míticas, hace muchas lunas, para que
las resistencias a asomarme a mundo de Alex & Co. no se hayan derribado
todavía (la televisión ha colaborado, ya que de todos estos títulos,
seguramente sea el menos emitido). Agujero cinéfilo inexcusable y must-see de
cinéfilos y cinéfilas de medio mundo que ahora mismo estarán tirándose de los
pelos (y/o las pestañas)… Yes, l know, yo me lo pierdo.
Easy
Rider/ Easy Rider (Buscando mi destino), (Dennis Hopper, 1969)
Aunque
me costó un tiempo entender a qué venía tanto revuelo y qué narices simbolizaba
aquello de la ruta 66, el poder evocador de la que fuera la puesta de largo de
la contracultura hippie era tal, que cada vez que escuchaba el ‘Born to be wild’, la icónica imagen de
Dennis Hopper y Peter Fonda acudía instantáneamente a mi cabeza. De alguna
manera, es como si ya la conociera sin haberla visto, como si todos los
introyectos 100% yankees que he recibido a lo largo de mi vida funcionaran como
uno de esos inmisericordes trailers destripadores de películas.
Fatal Attraction/ Atracción fatal (Adryan Line,
1987)
Sé
que hay un asqueroso conejocidio, una frase mítica (I won't
be ignored, Dan!) y la impresión, no sé si injusta, de que esta vengativa
post-efervescencia hormonal no es más que es otro descarado caso de misoginia. Shakespeare
escribió “Hell hath no fury like a woman
scorned” ("Ni el infierno tiene
la furia de una mujer despechada") y varios siglos más tarde ciertos
guionistas de Hollywood cómplices (in)voluntarios del boicot feminista, han
intentado darle asquerosamente la razón (¿dónde quedaron las mujeres fuertes y
decididas de los años 40?). Pues vale. Llámenlo prejuicios, pero yo no compro.
No me interesa.
Independence
Day (Roland
Emmerich, 1996)
El
hype noventero pudo con mi pereza. De nuevo una invasión de alienígenas malos
malísimos y, una vez más, USA, exactamente en un día más yankee que la tarta de
manzana y la salsa de arándanos juntas, salvando al planeta y la humanidad de
la aniquilación total, espectacular catastrofismo arquitectónico digital
mediante (marca de la casa Emmerich). Cinéfil@s del mundo, contestadme: ¿acaso
me pierdo algo importante en mi educación cinéfilo-sentimental?
Rambo: First
Blood/ Acorralado (Rambo), (Ted Kotcheff, 1982)
Si
el sufrido Stallone no resultaba demasiado apetecible como un humilde y
talentoso boxeador, como veterano boina verde ultrapatriota y repartidor de
estopa, la resistencia llega a límites estratosféricos. Ni sus innumerables
parodias y su más que mítica “I can't
feel my legs!”) han sido suficientes para despertar mi curiosidad cinéfila.
A pesar de que muchos niñ@s ochenteros y noventeros no me lo perdonen jamás, me
temo que nunca nos conoceremos personalmente. I’m sorry, John Rambo!
The Texas
Chainsaw Massacre/ La matanza de Texas (Tobe Hooper,
1974)
De
nuevo el terror y el canibalismo. Y, para más señas, la madre del slasher y el
sumun del gore. Sólo Holocausto Caníbal me da más respeto
que esta ultrafamosa y revisitada película de culto. Tanto he leído sobre ella
que no quiero que “su destacado uso de la cámara me conviertan en otra
potencial víctima”. Lo que sí me intriga, a pesar de mis miedos, es que su
descarada inspiración en los cruentos e inhumanos métodos empleados en los
mataderos, la convierten, en la opinión de muchos, en toda una apología sobre
el vegetarianismo. Tentador, pero no sé si me atreveré a descubrirlo algún día…
Analizando
ahora estas 10 víctimas de la casualidad y de mis fobias, descubro cierta
coherencia. De entrada, me queda clara una cosa: al parecer, no me gusta que me
recuerden que los monstruos existen.
¿Y
vosotr@s? ¿Cuáles son esos clásicos rabiosamente populares que aún no habéis
visto?
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