Mi
relación actual con la Disney más clásica se puede describir en una palabra:
ambivalencia. Y es que, a estas alturas del “cuento”, no puede ser de otra
manera. Aunque Disney tenga mucha responsabilidad en la imperdonable tarea de
crear expectativas románticas imposibles en las niñas y adolescentes de todo el
planeta, y haya contribuido, además, a alimentar los introyectos sexistas de
los que aún nos estamos “sacudiendo”, resultaría injusto negarle una más que deliciosa
“spoonful of sugar”: haber
musicalizado nuestra infancia.
Tod@
disneynian@ que se precie tiene su lista, más o menos confesa, de the best Disney songs. En mi caso, la
selección es tan larga, que para hacerle justicia me he visto obligada a
dividirla en dos partes con algún que otro doloroso recorte. Y de esta especie
de top 22, os presento su segunda mitad, el que va del 12 al 22, sin órden de
preferencia. Espero que disfrutéis del viaje al pasado. Sin embargo, no puedo
evitar haceros una pequeña advertencia: en determinadas circunstancias, el
ticket de vuelta puede resultar demasiado “caro”.
When you wish upon a star, Pinocchio/Pinocho
La
esencia Disney contenida en una canción y para muchos, la mejor y más redonda
creación musical de la factoría del Tito Walt.
Aunque ha envejecido de forma regular para nuestros oídos del siglo XXI,
no se le puede negar una indudable magia y encanto (además, tras cada audición,
resulta imposible olvidarse de ella y/o no tararearla). Para mi siempre ha sido
la hermana pequeña del aún más mítico Over
the rainbow que cantara la pequeña Dorothy. ¿Para cuándo una modernización,
Lana del Rey o no mediante? ;)
Friend like me/No hay un
genio tan genial, Aladdin
En
ese festival del buenrollismo que resultó ser Aladdin, tal vez la canción más
pegadiza y prozac de su B.S.O sea este divertido curriculum cantado que, aunque
muy bien interpretado en su spanish version, indudablemente, como traducción pierde
gran parte de matices y magia. Y eso último, cuando se trata de un genio de la
lámpara, no tiene perdón…
The bare necessities/Busca
lo más vital, The
jungle book/El libro de la selva
Nadie
se atreve a decirlo, pero Hakuna Matata
es una versión modernizada de esta encantadora lección-canción de El
libro de la selva. Y es que las comparaciones son odiosas pero evidentes:
tenemos a un individuo de otra especie (Mowgli/Simba) fuera de su entorno
natural instruido por alguien de una especie tradicionalmente considerada como hostil
o enemiga natural (Baloo/Timon y Pumba) que le enseña a sobrevivir sin,
digamos, estresarse demasiado. No sé vosotros, pero en caso de verme obligada a
escoger, prefiero, con diferencia, la de los Sherman brothers…
Once upon a dream/Eres tú el príncipe azul, Sleeping beauty/La bella durmiente
Aunque
la confesión me haga perder muchos puntos Disney, admito que descubrí esta
canción (y la película de la que forma parte) cuando ya había superado ampliamente
mi fase “princesa chicle de fresa”. Además de por su innegable encanto
ñoño-naif, su inclusión en este ranking tiene algo que ver con cierta divertida
parodia de Martes y 13; sin embargo, su reciente versión para la película Maléfica, nos demuestra que este Once upon a dream tiene muchos más
matices y vida de lo que inicialmente imaginábamos.
Scales and Arpeggios/Escalas
y arpegios ,The Aristocats/Los
Aristogatos
Ningún
gatun@ en su sano juicio puede resistirse al encanto hipsteril de Los
Aristogatos. Y es que viendo a estos talentosos, precoces y artísticos
trillizos (con padre oportunamente ausente), es casi imposible no preguntarse
si Wes Anderson los tomó como inspiración para sus muy disfuncionales hermanos
de Los Tenembaums…
Zero to hero/De cero a
héroe, Hercules
En
el infravalorado viaje de don nadie a héroe del hijo de Zeus, destaca un
agradecido cambio de rumbo musical y vocal en su banda sonora que,
desgraciadamente, no fue demasiado bien recibido por el público. Y es que por
primera vez, en lugar de las dulces, limpias y pulidas voces, tan marca de la
casa, Disney se atrevió a explorar el góspel y la deslumbrante potencia de las
voces negras. Zero to hero, situada
dentro de la película, además de un
enérgico ejercicio de síntesis narrativa, tiene un punto crítico anti-consumista
de lo más interesante (¡y, pardiez, como me gusta ese “yes, indeed!” final!).
Mine, mine, mine/Más,
más, más, Pocahontas
Su
desafortunada cursilería e inadecuación histórica, han ensombrecido o
directamente ninguneado las virtudes de esta love story interracial con
inspiración shakesperiana. Por desgracia, su menkeliana (of course) banda
sonora es una de ellas. Tristemente más actual que nunca, la expresión de la
codicia, el egoísmo y la falta de conciencia medioambiental son perfectamente
retratados en este cuento de la lechera de un petulante y altanero buscador de
oro. Y es que la melodía es tan pegadiza y deliciosa, que incluso perdonamos el
hecho de que quien pone la voz al rubérrimo John Smith sea, nada más y nada menos,
que el repelente Mel Gibson, que, para colmo, ¡ni siquiera desafina!
Bibbidi Bobbidi
Boo/Bibidi Babidi Bu, Cinderella/Cenicienta
El
cuento preferido de las niñas del mundo entero llegó demasiado pronto a las
manos de Walt Disney (en 1950, para ser exactos) y como resultado tenemos una
heroína tan, tan, taaan dulcificada, que incluso es vestida cada mañana por
tiernos y solícitos pajarillos. Con la frustración lógica de quien esperase una
Cenicienta “humana” (traducción: con mucha más personalidad y unas lógicas y
sanas dosis de mala leche), al menos, nos queda el consuelo de una canción-mantra-encantamiento
simpática y pegadiza que, posiblemente, todo el mundo ha cantado en algún
momento de su vida.
Just can’t wait to be king/Yo voy a ser el rey león, The Lion king/El rey león
La
colaboración musical del trio Elton John, Hans Zimmer y Tim Rice fructificó en
la banda sonora disneyniana más vendida de todos los tiempos. Y de todas las
joyitas musicales que la engarzan, la más alegre y tarareable, la que más nos
reconecta con el niño rebelde con ínfulas de grandeza y que se muere por crecer
(o séase, casi tod@s), es esta.
A whole new world/Un mundo ideal, Aladdin
Imitada,
parodiada y versionada hasta la saciedad, la canción más romántica de Aladdin
(al cine le gustan mucho los vuelos mágicos parejiles) permanece con cariño en
el recuerdo (o incluso, en la educación sentimental de más de un@), aunque
admitamos que a sus creadores se les fue un poco la mano con el azúcar. Lo
mejor, en mi opinión, llega un poco antes. ¿Nunca habéis querido decirle a un/
perfect@ desconocid@ eso de “Can you trust me?”, picaruel@s?
Everybody wants to be a cat/Todos quieren ya ser gatos jazz, The Aristocats/Los Aristogatos
Ser
un gato era tan cool en la América de principios del siglo XX, que a los
músicos de jazz se les llamaba “cats” y surgieron expresiones como “cat’s meow”,
“cat’s pajamas” o “cat’s whiskers” (todas significan que algo resulta
sobresaliente o extraordinario). Jugando con el slang, una de las canciones
Disney más originales, buenrollistas y divertidas (y, desde luego, la que tiene
mi estribillo favorito), es esta.
¡Nos
vemos en la segunda parte… I hope!
*