¿De qué va?
La
vida de Ane da un giro de 180º cuando semanalmente comienza a recibir de forma
anónima un ramo de flores en su casa. Lourdes y Tere, mujeres con las que
aparentemente no tiene ningún tipo de vínculo, también se veránn afectadas por misteriosas
flores.
Dirigida por
Jose Maria
Goenaga y Jon Garaño
Crítica
En
una escena clave de Loreak uno de sus personajes revela el secreto para que las
flores cortadas duren más tiempo: realizar un corte, una herida, a través de la
cual la flor pueda respirar. Irónicamente, la herida alimenta la belleza y la
belleza alimenta la herida. Mientras que la protagonista de La elegancia del erizo aseguraba: “Quizá estar vivo sea perseguir instantes
que mueren”, las tres protagonistas de Loreak, sin embargo, parecen empeñadas,
de alguna manera, en revivir ciertos instantes y sensaciones indefinidamente, postergarlos
en el tiempo, aún a riesgo de perderse indefectiblemente en ellos.
Loreak habla, entre otras cosas, de
pérdidas, de duelos, de heridas, de incomunicación, del miedo al cambio, de
pudores y secretos no confesados, o de la imposibilidad de conocer al 100%, los
corazones que tienes al lado. Y lo hace susurrando, sin estridencias, con una
sutileza y elegancia que desarman. El triángulo equilátero que forman sus tres
mujeres (maravillosamente interpretadas), de entrada, puede parecer demasiado sencillo, demasiado
intrascendente, pero su hondura escuece y deja huella (¡ese final!).
Su
fecha de estreno no puede ser casualidad
(porque las casualidades no existen). Que nadie se deje llevar por los
prejuicios, Loreak es otro afortunado ejemplo de lo universal contado desde
lo local (podría haberse hablado en sueco o en japonés en lugar de en euskera y, básicamente, sería la misma). Esta versión cinematográfica de un ramito de
violetas (“cada 9 de noviembre, como
siempre sin tarjeta”) resulta la anti-8 apellidos vascos. Quien busque topicazos
y personajes brutos, secos, parcos y fríos se llevará más de una sorpresa. Loreak
es pura elegancia, delicadeza y belleza y no podría tener un título mejor. Que nadie
se la pierda.
Anécdota festivalera
Antes
incluso de su presentación en el Zinemaldia, el precioso cartel de Loreak ya
tenía “club de fans” en las redes sociales. Y es que resultaba imposible pasear a lado del cartel sin echarle un vistazo.
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