1- En
este interesantísimo y reflexivo documental de Gabriela Cowperthwaite se narra con
mimo, honestidad y un toque de suspense la
historia más escalofriante, dolorosa y cruda del año: la de Tilikum, una
orca macho separada brutalmente de su familia a los dos años, convertida,
contra su voluntad, en prisionera y payaso de acuario en SeaWorld, sufridora de
todos los traumas que pueden ocasionar 30 años de prisión (en una “caja de
zapatos”), y asesina de 3 humanos (accidentes fatales que, tras ver el
documental, y teniendo en cuenta las circunstancias, incluso resultan pocos).
2- Blackfish no es un documental
orientado a antiespecistas, ecologistas o personas sensibilizadas con el sufrimiento/abuso
animal, sino que está narrado desde el
punto de vista de una no experta en la materia y dirigido a toda clase de
públicos. La propia directora era una asidua asistente a SeaWorld (junto a sus hijos), hasta que la muerte de la entrenadora de orcas
Dawn Brancheau, la última víctima de Tilikum, unida a las sospechosas y muy dudosas
explicaciones por parte del famoso parque acuático (aseguraban que la ballena
atacó a su entrenadora, supuestamente, porque llevaba una coleta en lugar del pelo recogido), sobrecogieron e intrigaron hasta tal punto a la
directora, que sintió la necesidad de investigar qué se cocía realmente en el
famoso delfinario de Florida. El resultado de sus investigaciones creció y
creció hasta convertirse en Blackfish.
3- Este
imprescindible documental no es sólo una denuncia contra SeaWorld o contra los
parques acuáticos y el uso y abuso de los cetáceos en cautividad, sino que es un contundente y muy persuasivo alegato
contra el maltrato, cautiverio y explotación circense de TODOS LOS ANIMALES (salvajes
o no) para frívolo e innecesario entretenimiento humano.
4- Blackfish es tan potente y reivindicativo como instructivo. Puede que no resulte excesivamente
original en su forma, pero tanto sus (algunas durérrimas) imágenes como la
información que en él se maneja, se quedarán grabados a fuego en la mente del/a espectador/a, que saldrá del cine, no sólo indignadx y conmovidx, sino con la
sensación de haberse convertido en casi un expertx en las orcas y su vida en
cautividad.
5- No es posible tacharlo de sensiblero, maniqueo
o partidista, los hechos que narra son objetivos y fácilmente contrastables.
Tanto biólogxs marinos y activistas, como antiguxs entrenadores y cazadores de
orcas (casi todxs arrepentidos y reconvertidxs en activistas) tienen hueco y
voz en Blackfish. La única voz que falta, por deseo propio, es la que no
tiene argumentos para defenderse: SeaWorld.
6- Tu visión sobre las orcas cambiará por
completo. Olvidarás todas las películas y documentales sobre terribilis orcas asesinas,
y descubrirás, por ejemplo, que la única forma de “entrenarlas” es a base de dietas
insuficientes y crueles castigos (haciéndoles pasar hambre); el porqué
de que todas las orcas en cautividad viven menos (y los machos tengan la aleta
dorsal torcida), o el motivo por el que no atacan a los humanos cuando están en
libertad.
7- Es una
invitación al activismo, la acción y la lucha contra el especismo*. Nunca
volverás a pisar un parque acuático y si, como en mi caso, hace tiempo que los
boicoteas, te asegurarás de que todo tu microcosmos, no sólo también lo haga,
sino de que vea este documental.
8- ¿Por qué un animal tan sumamente frustrado y
potencialmente agresivo como Tilikum es mantenido en cautividad a pesar del
posible daño que puede causarse, tanto a sí mismo como a los humanos con los
que interactúa? Básicamente, porque sirve como gran máquina de esperma (las imágenes
grotescas en las que se muestra “la extracción” me acompañarán durante mucho
tiempo en mis pesadillas). Además, el historial de agresividad de todos los
animales del parque se esconde miserablemente a sus entrenadorxs, convirtiéndolos
en la otra víctima. Por lo tanto, resulta
imprescindible (y obligatorio) ser consciente de que cada muerte (humana o no
humana) y sufrimiento cruel e innecesario en un parque acuático, es un daño
colateral de un negocio muy lucrativo.
9- Blackfish
es tan irrebatible e impactante que, tras su visionado y posterior charla
con su directora, John Lasseter y Andrew Stanton, directores del estudio Pixar,
alteraron la descripción de parque marino que aparecerá en Finding Dory (Buscando a
Dory). ¿Quién dijo que este tipo de cine
no era efectivo o que solo convertía a los ya conversos?
10- Posiblemente, su necesario contenido y su planteamiento
David-contra-Goliat en la lucha de los derechos de los animales ya haya hecho
historia. Si el magnífico The Cove ha conseguido reducir la
matanza de delfines en Japón, y debido a presiones ciudadanas, se ha conseguido
que en países como Eslovenia, Chipre, Croacia, Costa Rica, Uruguay o Chile ya
estén prohibidos los delfinarios (España, vergonzosa y tristemente, ocupa el
primer puesto del ranking europeo con más orcas en cautividad, y el tercero a
nivel mundial), en un alarde de (exagerado) optimismo, tal vez Blackfish
encienda definitivamente la mecha de la conciencia y suponga, a medio o largo plazo,
no sólo el fin de negocios abyectos e injustificables como los parques acuáticos,
sino de las cárceles de animales y la forma en la que vemos a los otros animales,
en general. Sin embargo, aunque sólo supusiera la libertad para Tilikum, su sufrido
y malogrado protagonista/víctima, ya habría valido la pena.
¿Hay alguna
posibilidad, por pequeña que sea, de que reestrenen Earthlings o el mundo aún no está
preparado para semejante chute de antiespecismo*?
*Especismo: según Peter Singer “un prejuicio o actitud parcial favorable a los intereses de los miembros de
nuestra propia especie y en contra de los de otras”, esto es, la
discriminación de otras especies por no ser humanas, obviando su capacidad de
sentir y su consciencia.
Una llamada a la acción:
*