29 April 2010

Kiss me, stupid!





Clasificación de besos de cine

A pesar de que pocas cosas resultan más cinematográficas que un beso, a menudo, la combinación de las incomodas circunstancias en las que fueron rodados + las ortopédicas posturas a las que deben someterse los actores que los protagonizan, restan un mucho de magia al truco final que vemos en la gran pantalla. Pero, afortunadamente para l@s romántic@s, el “Así se hizo” de la mayoría de esos míticos besos nunca verá la luz.

Esta es una selección de algunos de mis besos favoritos, y como cualquier clasificación, es totalmente subjetiva e injusta. Animo a todo el mundo a que realice la suya. Apaguen las luces y activen sus hipocampos. Silencio, se recuerda...


El “ni contigo ni sin ti”: después de odiarse y amarse con la misma furia durante todo el metraje de Duelo al sol, Gregory Peck y Jennifer Jones, acaban rindiéndose el uno al otro en un antológico kiss que resume y define su love story... justo antes de morir...

El sandwich: el que lleva una carga emotiva extra y suma o multiplica al dos. La combinación Audrey Hepburn + George Peppard + pobre gato sin nombre en Desayuno con diamantes es, sin lugar a dudas, mi favorito, pero el de Hierro 3 cada día va sumando más puntos en my memory...

El invertido: bocas besadoras upside-down las encontramos por partida doble en el famoso (y mojado) kiss de Spiderman y en My blueberry Nights. En este último caso, con sabor a tarta de arándanos included.

El sincopado: nadie puede olvidar el baiser espejo que tan delicadamente se dedican por turnos Amelie y su enamorado Nino Quincampoix.

El tierno-gastronónico:
un plato de plasta, un ristorante italiano, un momento de distracción al ritmo de Bella notte y la dama y el vagabundo funden sus hociquitos alla fine di un spaguetti.

El censurado:
tiene su mejor representación en la colección de besos recortados de la emotiva escena final de Cinema Paradiso.





El empapator: es sumamente apasionado y erótico y no hay forma de contenerlo sin importar donde, cuando o con quien se esté. El más escandaloso de la época, lo protagonizaron Burt Lancaster y en Deborah Kerr en bañador, “al rumor del oleaje”, en De aquí a la eternidad.

El He-Man: o el también llamado “¡ven-pa’cá-moza!”. Charlton Heston, Stewart Granger o Kirk Douglas, por ejemplo, eran típicos besadores he-man, aunque los dos mejores e ilustrérrimos kisses de esta categoría, en mi opinión, los encontramos en Lo q el viento se llevó y El hombre tranquilo.

El vendetta: sin un asomo de romanticismo, pero sí con mucho de apasionamiento, es el beso que se da a quien se quiere poco o nada y se le desea lo peor. Nadie querría recibir jamás, por ejemplo, el que le dedica Michael Corleone a Fredo en El Padrino II...

El Santa Teresa de Jesús: el beso erótico-místico que diluye la frontera entre fe y razón al final de la magnética Ordet.

El out-of-the-closet: Tony Curtis se descubre ante una asombradísima Marilyn Monroe. ¡No es la dulce y recatada Josephine, sino un saxofonista tenor sinverguencil más en Con faldas y a lo loco!

El incontenible: o también llamado “no-si-yo-no-quiero-pero-oh-my-God-como-me-pones” tiene un Brokeback Mountain muchos buenos ejemplos.

El quita-lipstick: es tan tan, tan, tan apasionado, que no solo deja sin aliento, sino que despelleja los labios y/o arranca violentamente el lipstick. Mi favorito, el que Tony Leung le regala a Gong Li antes de desaparecer (forever?) en 2046.

El ñoñi-toritocolil: el kiss de Titanic lo tiene todo para ser recordado (y que sea inolvidable no lo hace memorable) amor juvenil, caras bonitas, puesta de sol, escenario romántico, lugar insólito... y postura artificial y cursiloide a más no poder.

El yo-mataré-monstruos-por-ti: es el beso que lleva implícita una promesa o un compromiso inquebrantable de lealtad hacia la otra persona. Se suele dar en las despedidas, en un intento de fusión con el ser amado. Un buen ejemplo de este romántico ósculo aparece en El señor de los anillos. La comunidad del anillo. ¿Sus protagonistas?. Viggo Mortensen y Liv Tyler, of course.

El acorralator: está en el aire, es inminente e irrefrenable. Puede no gustarte, pero hay nada que puedas hacer para evitarlo... o eso mismo debieron pensar Han Solo y la princesa Leia, cuando resolvieron con un kiss la tensión sexual (galáctica) no resuelta entre ambos en El imperio contraataca.cuando resolvieron con un kiss la tensión sexual (galáctica) no resuelta entre ambos en El imperio contraataca.




El poséeme-aquí-y-ahora: the hotest and the sexiest of them all. Ese que parece que roba segundos, minutos, incluso días de vida y que todo el mundo “debería” experimentar al menos once antes de morir. ¿Cuantos kisses de este tipo somos capaces de recordar? El cartero siempre llama dos veces, El paciente inglés, Match Point...

El kiss-kill: es el apasionado-desesperado-incondicional de los grandes amores imposibles que sólo creen necesitarse el uno al otro y que venderían su alma al devil para estar juntos. Algunos, incluso, cruzan mares de tiempo para darlos, como el Drácula de Bram Stoker.

El rendido: el besador rendido, viene a decir algo así como “hace mucho que te quiero, pero me he resistido a llegar al nosotros”. Un beso rendido rendidísimo, es el que le da Joanne Whalley al aguerrido-chulesco Val kilmer en Willow.

El V-Day: o mítico beso que imita al no menos mítico kiss de la foto del día de la victoria yankee, en la que el chico inclina hacia atrás a la chica y la besa apasionadamente mientras la sujeta por la espalda. Es un beso de felicidad incontenible, de rendición al momento, de triunfo. En Moulin Rouge, en lugar de un marinero, tenemos a un escritor incipiente y sustituyendo a una enfermera, encontramos una cortesana enferma... very enferma...

El rabioso-acalorado: o el que llega después de una discusión apasionada en la que se lucha inútilmente contra la atracción mutua. Afortunadamente para el espectador, los enamorados casi siempre pierden/ganan, como Ben Affleck y Joey Lauren en Persiguiendo a Amy.

El despertador: es el que te rescata y te transporta al lugar donde perteneces. La bella durmiente y Blancanieves lo han vivido y lo recomiendan...

El mariposa: no se da con los labios, pero tampoco únicamente con los ojos. Todo el cuerpo lo insinúa y lo sugiere. Algunos, como John Travolta en Pulp Fiction, se lo soplan a las guapísimas esposas de sus jefes, cuando no les miran...

El frustrado: el que se interrumpe justo un instante antes de que llegue a suceder. El cuerpo se inclina, el corazón duele y los ojos se comen la cara del objeto de tu deseo, pero... ya ha pasado la magia. Lizzie y Mr Darcy protagonizaron uno bajo la lluvia en Orgullo y prejuicio.





El juguetón: ¿cómo besarte de una vez pero sin que se note cuanto me importas?. Con un beso fugaz, tierno, eléctrico, quasi-infantil al que poder quitar hierro si sale mal. En las películas de Chaplin vimos muchos kisses juguetones, pero uno al que tengo especial cariño es el que se dan (con cuenta hacia atrás included) Vada and Thomas J en My girl.

El hace-mucho-que-te-quiero: variante aún más intensa del rendido. Es el beso que lleva gestándose durante mucho mucho tiempo y está impaciente por salir a la luz. ¿El mejor ejemplo? Casablanca, aunque el de Expiación contra una estantería, no estaba nada mal...

El erótico-contenido: también llamado “beso deflectado”, es el que por dolorosas circunstancias externas no se puede dar en los labios y acaba siendo expresado en otra parte menos dangerous de la anatomía. Daniel Day-Lewis nunca llega a desnudar a Michelle Pfeiffer en La edad de la inocencia, pero la forma en la que le quita el guante y besa su muñeca... ummmmmmm...

El que se da con los ojos: Cary Grant le da el primer beso a Ingrid Bergman en Encadenados en un avión, justo cuando ella le insta a mirar por la ventanilla... pero ella no se da cuenta. Solo lo sabemos Mr Grant y el cómplice espectador. Y no hay ser vivo, bien sea hetero, gay o bisexual, que no sienta un estremecimiento y una punzada de envidia.

El único: se quieren, se adoran, se desean, pero no puede ser. Su historia está condenada desde antes de empezar. Tal vez tengan una oportunidad en un universo paralelo, pero no en este. En Eduardo Manostijeras y en Lost in translation lo sabían, por eso la carga de emotividad e intensidad de ese único y último beso, permanecerá con ese puntito de pain que tanto nos gusta, en el corazón de los nostálgicos.


Como despedida, os dejo un link youtubil pretty pasteloide en el que aparecen bastantes de los kisses mencionados anteriormente. Recomiendo bajar el volumen del mismo y cambiar la song para los que, como yo, no sean fans de Shania Twain...


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